Pensamiento del mes...

"El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice" (Aristóteles)

"No he encontrado nunca nada en mi vida tan potente como la Comunicación, es mágica, cuando dos personas se encuentran emocionalmente hay de verdad un cambio químico en el cuerpo" (Dr. Mario Alonso Puig)

"Si no tienes nada bueno, verdadero y útil que decir, es mejor quedarse callado y no decir nada" (Tao)

sábado, 28 de septiembre de 2013

UN PUNTO DE PARTIDA ?

Hacia una ética universal como expresión de la compasión
La ética de la compasión no trata de imponer una determinada concepción absoluta del Bien y del Mal. No es una ética basada en el poder, ni siquiera en la posesión de una hipotética Verdad, entendida como categoría absoluta.
Es una ética que trata de encontrar el sentimiento común que subyace en todos los seres vivientes y en todo código ético.
Siento que el Manifiesto 2000 impulsado por la UNESCO dentro de la campaña internacional por una Cultura de Paz y No-violencia es una buena expresión de esta “ética de la compasión”.
Los principios del Manifiesto 2000
El Manifiesto 2000 se articula en seis puntos que constituyen de hecho los pilares de una ética universal, que bien puede ser abrazada por un budista, por un musulmán, por un cristiaano, por un agnóstico o un ateo. Estos seis principios son:
- Respetar la vida.
- Puesto que yo amo y respeto mi propia vida, tengo el derecho de que los demás amen y repeten mi vida.
- Puesto que los demás aman y respetan su propia vida, tengo la responsabilidad de amar y respetar la vida de los demás, no amenazando ni mental, ni verbal ni físicamente la vida de los demás ni apoyando o justificando a aquellos que no respetan el derecho a la vida de los demás.
- Practicar la no-violencia.
- Puesto que no me gusta que ejerzan la violencia sobre mí, tengo el derecho de vivir libre de violencia.
- Puesto que a los demás no les guste que se ejerza la violencia sobre ellos, tengo la responsabilidad de no ejercer violencia ni mental, ni verbal ni física sobre los demás.
- Compartir el tiempo y los recursos.
- Puesto que los recursos vitales pertenecen realmente a la Vida (y la Vida no pertenece a nadie) tengo el derecho de que aquellos que poseen más recursos que yo los compartan conmigo.
- Puesto que los recursos vitales pertenecen realmente a la Vida (y la Vida no pertenece a nadie) tengo la responsabilidad de compartir los recursos que poseo con aquellos que tienen menos que yo, siendo consciente que el reparto injusto de la riqueza es una de las principales causas de violencia en el mundo.
- Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural.
- Puesto que la Vida es libertad y yo soy un ser vivo, tengo derecho a expresar libremente mi identidad personal y cultural y a defender pacíficamente dicha expresión cuando sea amenazada.
- Puesto que la Vida es libertad y los demás son seres vivos, tengo la responsabilidad de aceptar y respetar la expresión de la identidad personal y cultural de los demás y a defenderla pacíficamente cuando sea amenzada.
- Promover un consumo responsable.
- Puesto que soy un ser vivo que necesita recursos vitales para vivir dignamente, tengo derecho a disponer de aquello que necesito.
- Puesto que los demás también son seres vivos que también necesitan recursos vitales para vivir dignamente y, dado que estos recursos son limitados, tengo la responsabilidad de consumir sólo lo que necesito y compartir con los demás los recursos limitados del planeta.
- Contribuir al desarrollo de la comunidad.
- Puesto que soy un ser social que necesita vivir en comunidad, tengo derecho a que mis necesidades sean reconocidas y satisfechas por la comunidad.
- Puesto que los demás son seres sociales que necesitan vivir en comunidad, tengo la responsabilidad de trabajar para que las necesidades de los demás sean reconocidas y satisfechas.
- La ética basada en la compasión es el polo opuesto a la ética basada en el poder y la dominación, sea cual sea la forma que este poder y dominación adquiera.

La ética de la compasión se basa en un principio universal: ningún ser ama el sufrimiento. Por lo tanto, evitar que todos los seres (tanto yo como los demás, tanto humanos, como vegetales y animales) experimenten el sufrimiento es el principio universal sobre el que se asienta la ética de la compasión.
La ética del poder y la dominación se basa en la imposición casi siempre violenta de un determinado sistema de valores considerados “verdaderos y absolutos” para beneficio de aquellos que ostentan el poder y sin consideración hacia el sufrimiento de aquellos que sufren esta imposición.
La ética del poder ha sido la que más frecuentemente ha dominado la historia de la humanidad y la que sigue dominando hoy día. Muchas instituciones religiosas, políticas y estatales, muchos grupos étnicos y muchos grandes consorcios económicos han recurrido siempre a la ética del poder y siguen haciéndolo hoy día.
No obstante, en un mundo cada vez más consciente de la interdependencia esencial que subyace en el tejido de la Vida, en una época histórica en la que el poder de las armas de destrucción masiva es escalofriante, la perpetuación de la ética del poder y la dominación es el mayor peligro al que se enfrenta la Humanidad.
La alternativa no puede ser otra que la expansión en los corazones de todos los seres humanos de la “ética de la sabiduría” y de este interface ético al que llamo “ética de la compasión”. Siento que, obligados por el puro instinto de superviviencia, este es el imperativo histórico al que debemos responder en este siglo XXI que comienza.
Fuentes:

viernes, 27 de septiembre de 2013

UNA REVOLUCIÓN SILENCIOSA

Los 47 min. mejor aprovechados de los últimos días...


Indispensable intervención para entender la situación actual y como podemos salir de ella.

jueves, 19 de septiembre de 2013

POR EL DIALOGO, LA PLURALIDAD Y LA TOLERANCIA

Jordi Évole.

Periodista

Uno de la mayoría silenciosa

Lunes, 16 de septiembre del 2013

Soy un afortunado. El otro día la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría habló de mí. Bueno, de mí y de unos cuantos más. De los que no fuimos a la cadena humana, de esos a los que ella llamó «mayoría silenciosa», ese concepto que debe salir en el minuto 1 de reunión de cualquier Gobierno que ve salir a la calle mucha gente. Tan originales como siempre.

Apreciada vicepresidenta, yo no fui a la cadena, pero le rogaría que la próxima vez que hable de mayoría silenciosa no me cuente, no se apropie de mi silencio. Porque le aseguro que quedarme en casa no significa tener la opinión que usted interesadamente presupone.
Mire, no fui a la cadena porque sigo manteniendo buenos vínculos con el resto de España que hacen que mi primera opción no sea la independencia. Mis padres nacieron allí, se criaron aquí, aprendieron catalán, me lo enseñaron. He viajado por toda España sin ocultar nunca mi catalanidad, y he tenido la suerte de conocer también una España dialogante, plural y tolerante. Una España prácticamente desaparecida de algunos medios de comunicación catalanes, que prefieren darle eco a una columna incendiaria de la página 27 de La Razón. Y pasa lo mismo con la Catalunya dialogante, plural y tolerante: que ha desaparecido de algunos medios españoles empeñados, por ejemplo, en magnificar en sus grotescas portadas la supuesta persecución del castellano en Catalunya. Y así los extremos han ido retroalimentándose hasta la situación actual de casi no retorno.
Dicen ustedes que aquí hay medios de comunicación públicos volcados en la causa independentista. No le diré que no. Y es una anomalía que eso ya no sea ni noticia. Pero pocas cosas son tan eficaces para el independentismo como un buen editorial del Abc o una declaración de su ministro Wert.
Los que creemos aún en los puentes entre Catalunya y España ya somos minoría. Y no me extraña tras todos los sinsabores vividos desde el gratuito «apoyaré» de Zapatero: un Estatut votado en referendo, aprobado por el Parlament, cepillado en el Congreso y luego inconstitucional.
Ahora en Catalunya lo que impera es exhibirse como independentista. A una amiga su hijo de 9 años le preguntó por qué ellos no iban a lo de la cadena, que visto por la tele parecía muy guay. Y mi amiga no supo qué responderle. Porque la puesta en escena cívica, reivindicativa y festiva es indiscutiblemente atractiva. Por no hablar del rotundo éxito de convocatoria. Pero yo nunca he sido muy de patrias. Ni de aquella ni de esta. Descolgaría el banderón de la plaza Colón, me incomodan las banderitas españolas en los polos de algunos, igual que me incomoda vivir en un lugar en el que la estelada se ha convertido en adorno habitual de balcones, pulseras o zapatillas deportivas.
Me dicen que con la independencia Catalunya será libre. Será libre de España para poder equivocarse o acertar por su cuenta, como es lícito. Pero libre con mayúsculas no me lo acabo de creer. Y no es que yo ahora sea libre. No lo soy. Por ejemplo, como periodista mi libertad radicaría en poder publicar aquello que considero que debo publicar. ¿Es posible llevar a la portada de algún gran medio catalán o español algo que afecte gravemente a un banco que ha dado un crédito a ese medio de comunicación? ¿Y con la independencia eso será posible?
Pero ¿sabe qué pasa, apreciada vicepresidenta? Que si alguien me da motivos para cambiar de opinión esos son ustedes, que con su actitud se han convertido en la máquina más bestia de hacer independentistas. Desde que gobiernan, ustedes no han perdido un solo minuto en intentar entender lo que pasa aquí. A veces tengo la sensación de que son ustedes los primeros interesados en que Catalunya se independice.
Si realmente quieren escuchar a la «mayoría silenciosa», déjenla votar. Y si la Constitución es un obstáculo, refórmenla: ustedes y el PSOE ya tienen experiencia en reformas constitucionales exprés. Y, puestos a pedir, háganlo más pronto que tarde. Porque yo también tengo prisa. Tengo prisa para que mis gobernantes se preocupen de algo más que no sea la independencia. Para que los gobiernos que hemos elegido se ocupen, por ejemplo, de la gente que lo está pasando mal. Aunque puede que a los que gobiernan aquí o allí eso no les interese.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

viernes, 13 de septiembre de 2013

LA COMUNICACIÓN "IN-CONSCIENTE"

Como ya sabéis los más seguidores del blog, mi vida transcurrió por diversas agencias de comunicación nacionales e internacionales, dedicadas a velar por la imagen de sus clientes: Instituciones, Empresas y Corporaciones de todos los sectores productivos y de servicios. Lo que se llama una auténtica labor de Relaciones Públicas, dedicada a la creación de programas estratégicos de comunicación, relación con los mass-media, organización de actos y eventos, etc.
Para mí se trataba de una labor reconfortante por tres motivos principales. Por un lado, mi creatividad innata daba rienda suelta a su capacidad proponiendo nuevas ideas que articulasen nuevas y diferentes acciones, provocando un sentimiento de realización. Por otro lado, eramos los promotores de las buenas relaciones de nuestros clientes con sus diferentes públicos. Esto era especialmente satisfactorio debido a la imperante necesidad humana de crear lazos de comprensión, diálogo y buen entendimiento tan necesarios en un mundo como el de la actividad empresarial. Y por último, nuestra labor siempre se basaba en la verdad y en criterios de profesionalidad y buen hacer. No en vano el principal lema de las RR.PP. es "hazlo bien y hazlo saber". Quiero incidir que para "hacer saber" o comunicar con acierto, la premisa principal es "hacer bien las cosas", una buena producción, una mejor gestión, un exquisito servicio, etc. 
Con muchos de los clientes con los que trabajé mantuve una relación muy cordial, de pleno entendimiento y con gran libertad para ejercer mi profesión. La mayoría de estos clientes eran de un tamaño pequeño-mediano y en sectores poco conflictivos. Poco dados a engañar o querer manipular a sus públicos objetivo. La cosa cambiaba cuanto más grande era la organización, mayor poder ostentaba o más buscaba influir en su entorno para defender sus intereses aún en contra de los intereses de los demás. Esto se acentuaba a límites escalofriantes en sectores como el de la banca, los seguros, la energía, la industria de la alimentación o las farmacéuticas.
En estos casos lo único que importaba era atender la demanda de sus dirigentes, enfocada única y exclusivamente a un mayor lucro a toda costa, pasando por encima de lo que fuera con tal de aumentar los beneficios. Para que nos entendamos, si un alimento es perjudicial para la salud pero nos puede dar grandes beneficios, invertiremos lo que haga falta en informes falsos, comprar expertos, sobornar autoridades y en comunicación, para que el público lo incorpore masivamente a su cesta de la compra. (Por ejemplo: los transgénicos. Creando un falso debate para desprestigiar a los expertos y a los estudios que demuestran que sí son nocivos para la salud humana y animal).  
Es lógico pensar que bajo este prisma, la comprensión y la verdad se dejasen a un lado y la creatividad estuviera al servicio únicamente de hacer entrar "con calzador" las ideas que se querían imponer sin ningún tipo de diálogo ni de preocupación por el/los interlocutor/es. Para los que no hemos nacido para ser serviles, nos gusta la verdad y defendemos la justicia y el bien común, esta claro que poco podíamos durar en ese circo, aunque nos llevase casi dos décadas dejarlo. Hay cosas que dan asco.
Con todo esto quiero decir que estamos viviendo momentos extremadamente peligrosos en este sentido. La actividad de comunicación "in-consciente" está llegando a unos límites insospechados, Se nos quiere "vender" que hay guerras justas; que la corrupción es un hecho aislado; que no se ayuda más a los bancos que a la sociedad civil; que no se ha favorecido a empresas con adjudicaciones ilícitas; que la privatización de la sanidad es un bien para todos; que mucho dinero por un futbolista es la libertad del mercado; que la crisis es culpa tuya porque te has comprado un piso; que el mundo se ha confabulado contra la candidatura olímpica; que las preferentes no son una estafa; que el aspartamo no provoca cáncer; que las radiaciones son inocuas... ¿sigo?
Ya tenía razón Goebbels cuando decía: "Una mentira repetida 1000 veces se convierte en una verdad". Pero ¡señoras y señores! ¡Una mentira es siempre una mentira! ¡Basta ya de seguirles la corriente!    
Por fortuna, los argumentos que utilizan para manipularnos, cada vez son más burdos y pueriles. Por eso ya casi nadie cree que hay que bombardear Siria o que los transgénicos acabarán con las plagas y el hambre en el mundo. Hace 40 años que están repitiendo esto ultimo y las plagas siguen y el hambre no cesa. Se trata de un negocio multimillonario.
Acabemos con tanto engaño y falsedad. Hago un llamamiento a todos los responsables de comunicación para que no colaboren con la manipulación a la que nos quiere someter la élite, y si no pueden evitarlo, que destapen la verdad paralelamente al engaño emitido, para que la gente pueda investigar, comparar y sacar sus propias conclusiones.
Y cuando tengáis dudas de qué comunicación es la correcta, seguid el método infalible, "por las obras los conoceréis". Seguid el corazón y no la mente. Las buenas acciones parten de la pureza del corazón y buscan el mayor bien común posible, el amor y la felicidad de unos y otros. Lo que está mal hecho siempre busca un interés privado (de unos pocos), oculto, interesado y lucrativo, destilando rabia, ira, dolor y confrontación. Es muy fácil, uno quiere bombardear y el otro entrega su arsenal. ó unos se dan la mano en paz y alegría y otros arremeten con violencia e intolerancia. ¡Es tan fácil distinguir!